LA BIBLIOTECA SIN LIBROS
En los albores de la segunda
década del siglo XX surgió una película la cual se considera la primera y
pionera de un género que décadas más tarde cobraría una especial relevancia.
Nanuk el Esquimal [Robert J. Flaherty, 1922], o las crónicas de lo que era la
vida en el polo norte en aquella época, se convirtió de forma involuntaria en
la creadora de una corriente con unas posibilidades que rayaban lo infinito,
tal y como en efecto sucedió a lo largo de las décadas siguientes: desde
investigación y divulgación científica a botánica y biología, de falsos
documentales que plantean realidades alternativas o de denuncia social hasta
temas sobrenaturales y de misterio y la revisión de la historia, los
documentales han conseguido la hazaña de convertirse en toda una fuente de
conocimientos. Una biblioteca sin libros, con fotogramas en vez de páginas,
dedicado por completo a la ilustración y el aprendizaje de sus espectadores. Un
mundo con un lenguaje propio y sus propias estrellas, como demostraron en su
día Carl Sagan con su serie Cosmos [1980], David L. Goodstein y su El Universo
Mecánico y Más Allá [1985] o en España Félix Rodríguez de la Fuente y El Hombre
y la Tierra: Serie Ibérica [1974], motivadores cuyo amor por su profesión
trascendió más allá de ellos mismos, dejando un gran legado para que las
generaciones futuras pudieran usarlo como inspiración. Abiertamente polémicos o
discretísimos hasta la médula, los documentales constituyen en sí mismos la
plasmación del saber del hombre, el intento por preservar no solo lo que a lo
largo de los eras la humanidad ha aprendido, si no también cuanto éste he
conseguido como especie. Un trabajo meritorio cuyo reconocimiento se traduce en
los canales de TV temáticos dedicado a ello en exclusividad, cuya búsqueda del
saber es tan infatigable como el primer día. Los antiguos tuvieron la
Biblioteca de Alejandría: nosotros tenemos documentales.
Nº De Serie: NC/TCM/00054. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Viernes, 27 de mayo de 2016.
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