“Criticaen25” es un punto de encuentro para todos los cinefilios, habitantes del séptimo planeta del sistema solar de las artes. Una propuesta amena y divertida a la par que abierta al debate y a la reflexión en la que, tan diariamente como sea posible, se irán comentando películas de todos los tiempos, con independencia de su género o fama. Un lugar en donde relajarse y disfrutar de un rato agradable en buena compañía.

El Explorador Invisible

EL EXPLORADOR INVISIBLE


 Si de algo ha vivido el cine, al margen de caras famosas y presupuestos más o menos exorbitantes, es de lugares. Y entre esos muchos lugares, ninguno de ellos tan misterioso, reconocible pero al mismo tiempo amenazador como la jungla africana o la selva amazónica. Sobre ello se han erigido propuestas tan dispares como Fitzcarraldo [Werner Hergoz, 1982] y Jugando en los Campos del Señor [Héctor Babenco, 1991], o tan archiconocidas como la saga Indiana Jones y la por siempre legendaria King Kong [Ernest B. Shoedsack y Merian C. Cooper, 1933]. Como si se tratase de un explorador invisible, la gran pantalla se convierte en una suerte de portal hacia una forma de vida aún anclada en formas y procederes alejados de cualquier atisbo de tecnificación, lanzando al espectador hacia mundos ignotos, en una especie de recordatorio del sitio del que surgió, hace miles de años, los primeros antepasados humanos. Desde reivindicaciones médicas en plan Los Últimos Días del Edén [John McTiernan, 1992] hasta recreaciones de sociedades precolombinas como Apocalypto [Mel Gibson, 2006], la selva y sus recovecos se transforman en un personaje más de su argumentación, cobrando vida propia para desplegar todo su repertorio de opciones, ya fuesen intimistas (El Viejo que Leía Novelas de Amor [Rolf de Heer, 2001]), históricas (Las Montañas de la Luna [Bob Rafelson, 1981]) o más aventureras (El Libro de la Selva [Jon Favreau, 2016]), El cine naturalista no es si no un toque de atención para evocar a aquel ser que una vez fuimos en otra época, para no olvidar que por mucho progreso y tecnología existentes, tal y como se viese en Greystoke: La Leyenda de Tarzán, Rey de los Monos [Hugh Hudson, 1984], el hombre salvaje sigue latiendo en nuestro interior. La selva fue nuestro primer hogar, y el cine nos lo recuerda porque aún estamos conectados a ella. Porque sin ella, la raza humana no podría existir.

 Nº De Serie: NC/TCM/00052. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Sábado, 21 de mayo de 2016.

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