INDIE: EL CINE PEQUEÑO QUE NO LO ES TANTO
Escaso en recursos, de
presupuesto más bien mediano tirando a bajo, y con mucho de ilusión y poco de
ambición. El cine independiente ha estado ligado al mundo casi desde que los
hermanos Lumiére hicieron su famosa proyección en 1895 de Tren Llegando a la
Estación. Desde sus comienzos artísticos, y un tanto más titubeantes allá por
los años 20 y 30, a la Nouvelle Vague a finales de los 50 y todos los 60, el
llamado cine Indie ha sido y es una industria que siempre ha estado en
constante movimiento bajo la premisa más simple de cuantas existen, la del
“menos es más”, para contar historias desde un punto de vista más artesanal y
menos dominado por el corporativismo y la mecánica de la propaganda de las
llamadas majors, siempre renovándose en un discreto segundo plano. Discreto,
aunque no invisible. Dijo George Orwell «en tiempos de engaño universal, decir
la verdad se convierte en un acto revolucionario». Tomando su frase como axioma
y reajustándola un poco, bien se podría decir que “en tiempos de censura
universal, decir lo que uno realmente piensa es un acto revolucionario”. En una
época de exaltación de la sensibilidad y del más puro fervor reaccionario que
veta ideas por un desproporcionado miedo a la ofensa y/o al ridículo (esto es,
el cine comercial y su pandemia de normas acerca de qué cosas están prohibidas
y cuales no), el cine independiente se revela como una tabla de salvación en la
que descansan las esperanzas de los que desean hacer uso de una de las mejores armas
adquiridas tras centurias de infame tiranía: la libertad de expresión. Porque
si no, todo cuanto nos va a quedar como humanidad es una vuelta sin retorno a
los castillos medievales y a los absolutismos más aberrantes. El cine, como
tal, es una de las mejores muestras de libertad de expresión, y el
independiente aún más. Porque, en su pequeñez, posee un valor incalculable.
Porque a veces menos es más.
Nº De Serie: NC/TCM/00014. Escrito Por: The Cineman.
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